Uno de los autores galos que más
ha demostrado una mayor sensibilidad social y humana en los últimos tiempos,
con obras como El fotógrafo o Un viaje entre gitanos, de Emmanuel Guibert, de
nuevo se embarca en finalizar una de sus obras claves dentro de su carrera: los
recuerdos de Alan Ingram Cope. Un norteamericano, afincado en Francia, al que
el autor conoció y entabló una gran amistad, hasta los últimos días de su vida.
Si en la tres anteriores entregas de “La guerra de Alan”, nos narraba su juventud,
su paso por la Segunda Guerra Mundial, y el modo en el que le afecto en su
vida, ahora Guibert, nos narra los recuerdos de sus primeros paso en la vida:
“La infancia de Alan”. Una historia serena, amena, llena de anécdotas, en una
América que aún estaba por descubrir por el joven Alan, al igual que el árbol
familiar de sus padres, como el resto de familiares.
Una historia, la de La infancia
de Alan, en la que Guibert comienza con el regreso a California del Sur,
donde Alan se crió con su familia; su nacimiento en 1925, y sus primeros pasos
en Alhambra, para trasladarse hasta Santa Bárbara a los tres años. Situándonos
en plena depresión norteamericana, para describirnos como era la madre de Alan.
Su padre, intentaba salir adelante con dos trabajos, uno como tendero, y luego
como profesor en el instituto John Marshall Junior High School. Así como los
primeros juegos, su paso por el colegio o las confidencias entre madre e hijo.
El paso de la Navidad, sus escapadas con sus progenitores a las playas del
Pacífico: en busca de unos momentos de relax, o los paseos en el
boardwalk: donde abundaban los tiovivos o la montaña rusa. Al igual que las
excursiones en coche los domingos, hasta las estribaciones de Sierra Madre.
La novela gráfica continúa,
adentrándonos en los padres de la familia materna, los Hanson. Narrándonos un
viaje hasta el lugar donde residían, San José, siendo partícipes de las
costumbres de los abuelos, sus desayunos copiosos o las celebraciones
familiares, en las que se reunían hermanos, primos e hijos, en un ambiente muy agradable. Constatando el propio Alan, de la bondad de alguno de ellos. También
tendrá su momento, la familia del padre, Cope, cuyo abuelo procedía de un
pueblo de alfareros de Carolina del Norte. A su lado, una abuela, que contaba
historias sorprendentes, con las que deslumbrar a su nieto. Ya de mayor, Alan, se
ve entre la espada y la pared con su abuelos, al intentar conocer al hermano de
su abuelo, con el no guardaban relación alguna..
Hasta llegar a encontrarse con uno de los acontecimientos más duros en su vida: la muerte de su madre.
La clave de esta historia, es la ternura con la que explica Guibert (París, 1964), la infancia de Alan. El retrato de una sociedad norteamericana en declive, entrelazados con los juegos, el barrio, la familia y la inocencia de un muchacho, en busca de su identidad. Aderezado con un dibujo lleno de magia, casi fotográfico, que evoca a una época pasada; como si estuviéramos un documental ante nuestros ojos, la vida de una buena persona.
Sinceramente, si leíste las
anteriores entregas de Alan, no debes perderte su infancia. Una lectura que
guarda momentos muy emotivos, directos al corazón del lector.
“La infancia de Alan”
Guión y dibujos: Emmanuel Guibert
Editorial: Sins Entido
Formato: rústica con solapas, 158 páginas, 17 x 24 cm, b/n
Edición original: L’Enfance d’Alan, L’Association
Traducción: Julia Osuna
PVP: 20 €
Valoración: ****
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