Desde
Alfaguara me informan del nuevo trabajo de
Pere Joan. Todos los detalles más abajo.
-Nocilla Experience. La novela gráfica
Pere Joan, Agustín Fernández Mallo
Colección Hispánica
Rústica, 200 páginas, color
PVP: 18 €. A la venta el 11 de abril
Una muestra de algunas páginas en un
pdf aquí
La obra
Acostumbrado a la metamorfosis y el remake, Fernández Mallo ve su incesante cosmología trasportada a un género narrativo diferente, multiplicando más aún sus posibilidades expansivas. Nocilla Experience: la novela gráfica es la adaptación al cómic de la novela del mismo título publicada por Alfaguara en 2008, y propone la hibridación conceptual y estilística definitiva entre el imaginario de Fernández Mallo y la factura visual del artista Pere Joan.
En esta miscelánea de trazos de pensamiento, perplejidades filosóficas y soledades humanas, se eleva por encima de todo la relevancia de la mirada. Es en la focalización ilustrada de los elementos poéticos que confluyen en la obra de Fernández Mallo donde sobresale la plasmación en viñetas de Pere Joan. Haciendo un hábil uso del color, a veces explosivo, en ocasiones sombrío o atenuado, y de la compartimentación de viñetas, el artista mallorquín va dando forma visual al universo del escritor. La narración se rige aquí por una intensa diversificación en la presentación de los paneles y en la composición de cada página.
A través de un estilo anguloso, sutil y cargado de énfasis, Pere Joan conjunta planos cargados de fuerza cromática con páginas donde las ideas flotan sobre el blanco. Hábil en lo abstracto, el dibujante logra dar con la forma adecuada para cada concepto, logrando que los numerosos insertos científicos, y la continua mezcla de citas verdaderas con otras falsas, tengan cabida en la novela gráfica. Así, esquematizando a través de diminutos diagramas o apabullantes planos generales, Pere Joan esquematiza algunas de las ideas e ingenios de Fernández Mallo, como la Torre para Suicidas, el horizonte de sucesos, un original edificio-granja o un coche de madera, construido enteramente a partir de los tablones de encofrado de una obra; así como la informatina, sustancia derivada de los discos duros de los ordenadores, espesa y de color azul amarillento, o incluso la derivación matemática de Rayuela de Julio Cortázar, una suerte de definición a base de fórmulas y signos de Bola Abierta, como si los erráticos paseos de la Maga y Horacio respondieran a una pauta, a algún tipo de orden predeterminado del cosmos.
En este fantástico octaedro de entropía y poesía liberadas se certifica que, igual que sucede con las mejores canciones, cada obra progresa con las versiones que se suceden de ella. La variación hacia el noveno arte de Pere Joan sobre los renglones de Agustín Fernández Mallo pone en órbita una nueva constelación conjunta, donde la letra se torna viñeta, y cada paisaje, gesto humano, movimiento protónico o plasmación de la más fría soledad, se juntan en una orquesta de inspiraciones, capaz de articular una nueva y significativa partitura de metáforas.
Argumento
A través de un imposible tablero de parchís, donde cada casilla se solapa con la anterior y los colores del mundo se multiplican, podemos contemplar las vidas y motivaciones de una constelación de personajes. En un mar de desiertos fríos, se relata la soledad de Sandra, que vuela de Londres a Palma de Mallorca al tiempo que se resuelve el misterio del incendio de la Torre Windsor, lo mismo que un marine se enamora de una iraquí en el justo momento en que la encañona. También sabremos de Antón, que contempla la posibilidad de que los percebes trasmitan en su código genético la información de un disco duro arrojado al mar, o de Steve, un gastrónomo de las ideas que pretende cocinar el horizonte. Por su parte, Harold decide recorrer sin descanso toda Norteamérica durante un lustro, tras pasar más de tres años recluido frente a su vieja videoconsola, y un tipo que maneja un grúa en el puerto de Nueva York da vueltas al diseño de una torre para suicidas, mientras dos niños atraviesan los oleoductos subterráneos de la antigua Unión Soviética, un joven se aísla con determinación científica en la azotea de un edificio, y un cuerpo flota boca arriba en la superficie de un lago. Y eso por no hablar de un tal Julio, que, sin que nadie lo supiera, ha estado dando forma a una Rayuela alternativa.
Los personajes
Sandra es una estudiante de paleontología original de Palma de Mallorca. Se trasladó a Londres para ampliar su estudio del T-Rex. Vive en un piso de la Calle Churchill y trabaja en el Museo de Historia Natural de Londres.
Marc es un joven que vive sobre una azotea y se dedica a colgar folios cubiertos de fórmulas en los tendales. De carácter reclusivo, Marc hace tiempo que dejó de frecuentar mujeres y amigos. La red internauta es su única conexión estable con el mundo. Un día Julio Cortázar llama a su puerta.
Josecho es otro solitario que vive en una caseta sobre una azotea. Un tiempo estuvo conectado a Marc por la red, pero nada de eso es tan importante como su novela transpoética, un artefacto nunca visto hecho de párrafos de infinidad de otras obras. Ese libro, titulado Ayudando a los enfermos, y la campaña de marketing que le acompaña, catapulta el rostro de Josecho a infinidad de vallas publicitarias de Madrid.
Jota es Jodorkovski, un artista del este que se dedica a convertir, mediante pintura, los molestos chicles de la acera en lunares de colores, o escenas en miniatura de hombres, mujeres, animales o parajes urbanos. Lo que más le gusta es jugar al parchís.
Mohammed Smith es un niño de 4 años, concebido y nacido en Basora durante la ocupación norteamericana de Irak.
John Smith es el padre de Mohamed Smith, ex marine. Se enamora de una chica iraní en el asedio a un piso de Basora sospechoso de hospedar a un grupo suní integrista. Esa chica será la madre de su hijo.
Antón es un percebero de 37 años que vive solo en un pueblo de La Coruña. Aunque su casa está alejada del puerto, monte arriba, Antón ve el mar, e incluso llega a escucharlo cuando de noche el viento le es favorable. En el pueblo le llaman Profesor Bacterio, porque de pequeño no paraba de hacer experimentos con percebes.
Mihály trabaja como cirujano de partes blandas (de todo menos huesos) en un hospital cuya edificación data de 1925, en la ciudad de Ulan Urge, en el suroeste de Rusia, entre Ucrania y Kazajistán.
Ernesto es un operador de grúa que trabaja en el puerto de Manhattan. Es original de la Isla de Kodiak, al sur de Alaska. Desde temprana edad mostró interés por el dibujo técnico y las construcciones, pero al poco de trasladarse a Manhattan se cansó y comenzó a trabajar manejando la grúa. Se aloja en un modesto piso de Brooklyn. Tiene ideas muy extrañas. Y extremas.
Vladimir y Rush son dos niños ucranianos, que atraviesan el suroeste de Rusia, en dirección a Kazajistán, caminando a 50 metros bajos tierra, a través de una red de oleoductos vacíos. En su viaje, visitarán un excepcional centro lúdico, nunca antes visitado por nadie.
Harold es un médico de 32 años, divorciado y sin hijos, natural de Boston. Afincado en Miami, pasa 3 años y medio jugando a un vieja videoconsola Atari del ’79 conectada al televisor, y devorando Corn Flakes con leche, hasta el mismo día en que se terminan sus provisiones de cereales. Ese día, Harold comprende que es libre, abandona su casa prefabricada y empieza a correr. Desde entonces, lo hace todo en marcha menos dormir. Sólo corre.
Steve es cocinero, administrador, ideólogo y regente del Steve’s Restaurant en Orange Street, Brooklyn. En ese espacio, que sirve como laboratorio de ideas, no hay carta de platos ni se puede pedir. Los platos van llegando, y consisten en cosas como fotografías polaroid hechas furtivamente al cliente, fritas y rebozadas en huevo, cables eléctricos sumergidos en aceite, o libros de bolsillo en almíbar. Pero lo que más le apetece a Steve es cocinar el horizonte.
Julio Cortázar es Julio Cortázar.