Aquellos que vivimos la
publicación de los tebeos de superhéroes en la década de los ochenta, asistimos
a una eclosión de aventuras de prodigiosas de autores de renombre, entre los
que se encontraban: Frank Miller, Alan Moore, John Byrne, Alan Davis, Brian
Bolland, George Pérez, Chris Claremont, John Romita Jr., David Mazzucchelli, Marv
Wolfman o Neil Gaiman. Historietas publicadas aquí por las míticas Comics Forum
(Marvel) y Ediciones Zinco (DC Comics). Una época, que el editor de Marvel de
Panini, Julián M. Clemente, y el guionista y director Helio Mira, han recreado
en una novela sorprendente, “Los chicos que coleccionaban tebeos”. Un trabajo
lleno de nostalgia, que nos devuelve parte de aquellos años; una historia que
nos relata la amistad de cuatro amigos, que se convierten en adultos, en el que su mayor hobby era conseguir
los tebeos más preciados, los que cambiaron de alguna manera el rumbo del cómic
mainstrean, y que marcaron de por vida a una generación de lectores.
La novela comienza en el marco
del estreno del film de Los Vengadores, un 27 de abril de 2012, cuando Nicolás y Sonia, van a ser padres por
primera vez. Un momento vital en sus vidas, en el que recién estrenada la
paternidad del muchacho, recibe la llamada de uno de sus mejores amigos del
instituto, Justo Manuel, un coleccionista de tebeos como él. Le comunica que se
ha muerto uno de la pandilla, avisándole del funeral, para que asista a dicha
ceremonia. Las dudas ante el deber con su mujer e hijo, se disipan cuando
Sonia, le dice que debe ir al pueblo a despedir a su amigo, ella estará bien
atendida.
Momento en el que veremos
trasladar la historia a 1985, de cómo se
conocieron Nicolás, y Justo Manuel, gracias al intercambio del nº 1 USA, de
Secret Wars II. Desde ese momento, comenzaron a intercambiar tebeos (como los
números de los 4F que le faltaban), y entablar una amistad. A la que se
añadiría, Alfredo, un chico mayor que ellos (17 años, dos y pico más que
ellos), con el que hicieron buenas migas, gracias al concurso de la emisora
Radio Centro, donde ponía una música estupenda y organizaba concursos. Cerrando
el grupo, Roberto Garzón (de padre adinerado), el cual también disfrutaba de la
lectura de los tebeos; entrando a formar parte de su círculo, gracias a la
aparición en el instituto con un Extra de Superhéroes de Lobezno, de Chris
Claremont y Frank Miller. Un tebeo editado por Comics Forum, con el fliparon, y del que surgiría un plan por conseguir más números atrasados, junto
con la colección de Novela Gráficas, en un pueblo de al lado, con el consiguieron meterse en un buen lío.
Desde ese momento tanto Clemente
como Mira, nos desgranan la relación de aquellos chicos con los tebeos, sus
estudios, los fracasos amorosos, la primera librería de cómics del pueblo, El
Cobra (en homenaje a la revista El Víbora), con la que dejarían de peregrinar
de quiosco en quiosco. A su dueño, al que pronto le cogerían manía, lo tendrían siempre atravesado, por lo ruin
que era con los tebeos que cambiaba el personal que aparecía por la tienda; así
como su odio a los superhéroes. La mítica muerte de Fénix en “En el destino de Fénix”, el número 6 inencontrable de La Patrulla-X de
Surco; la llegada del Dark Knight, de Frank Miller, del que discutirían su elevado precio,
respecto a los tebeos de Forum. El famoso correo del lector: Marvelmanía, y la
imposibilidad de ver por fin contestada una de las cartas que había enviado con
tanta devoción al Profesor Loki y al Dr. Átomos. La guerra Forum-Zinco, la
publicación de Watchmen, y las genialidades de Alan Moore. Situaciones, que los
autores de la novela nos narran con pasión, alternando un periodo que abarca de
1985 a 1989, con el año 2012. Fecha en la que parte la obra, y que viene a
rememorar tiempos de su juventud, viendo pasar los años y donde ha derivado aquella
afición de los tebeos.
Una novela que viene a ser la
crónica de la Generación Forum-Zinco, la de unos lectores (entre los que me
encuentro), que vivieron algo muy especial. “Los chicos que coleccionaban
tebeos”, es el reflejo de una parte de nuestra vida, narrada de una forma muy
amena, que se lee de principio a fin, con una soltura admirable, de forma
coloquial, y con el que uno llega a identificarse con los protagonistas del
libro. En el a que buen seguro, sus autores también ha volcado su experiencia personal, vital, musical, y cinematográfica.
¿Quién no ha cometido en su vida una
locura por los tebeos? ¿Quién no ha cateado alguna asignatura? ¿Quién no ha
buscado ese número perdido en su colección? ¿Quién no recorrió los quioscos de
su ciudad en busca de la novedad del mes? Todo esto y más, son algunas de las
cosas que encontraremos en esta maravillosa novela, que habla algo más que los
tebeos: la verdadera amistad entre los amigos, siempre perdurará ahí por más
que estén distanciados físicamente. Gracias, Julián, Helio, me habéis
emocionado con esta historia, y eso algo que perdurará por mucho tiempo en mi memoria.
“Los chicos que coleccionaban
tebeos”
Texto: Julián M. Clemente, Helio
Mira
Editorial: Panini Books
Formato: cartoné con sobrecubierta, 208 páginas, 15,6 x 23,5
cm,
PVP: 15 €
Valoración: **** ½
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