Dentro del nuevo rediseño de la
línea Trazado, Planeta DeAgostini ha recogido una de las obras más importantes
del maestro nipón, Jiro Taniguchi. Estoy hablando “El almanaque de mi padre”,
quizá su obra más reconocida en España, y que cuenta con tres ediciones hasta
la fecha por parte de la editorial barcelonesa. Esta última, es sin duda la que
se aproxima a la mejor que se ha hecho hasta ahora, en el que se incluyen las
páginas a color de la obra, una nueva rotulación y traducción. Un trabajo donde
Taniguchi, pone a flor de piel las emociones, los sentimientos, y los recuerdos,
en la figura de Yôichi; al que acaban de comunicar la muerte de su padre,
cuya amistad quedo rota con el paso de los años.
Tras recibir una llamada con la noticia
de la muerte de su padre, Yôichi, regresa después de muchos años a su ciudad
natal Tottori
(casualmente la misma que la del autor), para la ceremonia del funeral de su
padre. Un progenitor por el que no sentía demasiado afecto, tras los
acontecimientos vividos en su ciudad y el incendio que la arrasó en 1952: su
padre vio como sus sueños se truncaron al perder el negocio, tras las llamas.
Gracias a la mediación de sus suegros, con el dinero que le dejaron, pudo
reconstruir su casa y el negocio (una barbería), quedando una deuda, su orgullo mal herido (motivado
por la diferente clase social y económica). Un hecho que marcaría su futuro,
pues desde ese preciso instante, su mayor afán era trabajar y trabajar para
devolver el dinero. Su mujer, a raíz de ese momento se fue apartando de Take
(nombre del padre de Yôchi), encariñándose con el profesor de su hijo, Matsumoto, por
su gentileza y cultura, en las reuniones, o charlas que tenían al finalizar las clases. Poco a poco también su hijo se fue distanciando, sentía
que estaba atrapado en aquel lugar, su único deseo era irse a estudiar fuera
para escapar de ese círculo, tras marcharse su madre y abandonarlos. Un
lamentable hecho, que el padre y sus hijos, intentaron
superar, especialmente Yôichi, volcándose en los estudios, la
fotografía, el deporte y la compañía de su perro Koro.
Yôichi a través de los recuerdos
de los amigos, y los familiares
(incluyendo a su hermana Hauko), y ciertas fotos, va recomponiendo lo que
realmente su padre tuvo que pasar para mantener a flote la familia. Así como la
tristeza que le invadió, tras la marcha de su madre, recordando aquella vez en
la que escapó de casa en su búsqueda o ayuda que su tío Daisuke le prestó
durante años. Al igual que el tiempo en el que tuvo que convivir con la
nueva mujer de su padre, una madrastra conciliadora en todos los aspectos.
Jiro Taniguchi (1947, Tottori, Japón), es considerado por muchos
lectores (entre los que me encuentro), como un genio. Sus historias nos trasmiten
pura emoción, un derroche visual gráfico lleno de calidez; con historias que
van de menos a más, en el que una vez comenzada su lectura, quedas atrapado en
ellas. Es el caso de “El almanaque de mi
padre”, una obra maestra, que ya desde su primera aparición en el año 2001,
desató unos cuantos elogios, iniciándose la publicación de varias obras de este autor.
No hay duda, que todo buen otaku,
debe tener esta joya en su estantería. Una obra que ha marcado a todo al que se
ha acercado a ella. Vaya mi recomendación más sincera.
“El almanaque de mi padre”
Guión y dibujos: Jiro Taniguchi
Colección: Trazado
Editorial: Planeta DeAgostini
Formato: cartoné, 252 páginas, 22
x 29 cm, b/n y color
Edición original: Chichi no
Koyomi, Shogakukan
Traducción: Marc Bernabé
PVP: 16,95 €
Valoración: **** ½
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