Lecturas: Moby Dick, de Olivier Jouvray y Pierre Alary

Enfrentarse a la adaptación de una novela en forma de cómic, es todo un alarde de valentía, más si cabe cuando hay unas cuantas adaptaciones a sus espaldas. Es el caso de Moby Dick, la famosa e imperecedera novela de Herman Melville de 1851. Dos autores galos de la talla de Olivier Jouvray (Lincoln) y Pierre Alary (Simbad, Sylas Corey) se embarcan (nunca mejor dicho) en una aventura sin precedentes, contar la historia que marcó a tantas generaciones de lectores. Doy fe, que lo consiguen, con una adaptación libre de la obra, que te mantiene en vilo durante todo el momento de la lectura. 

 

La historia comienza cuando vemos como es recogido de alta mar un joven llamado Ismael. Un muchacho que ha sobrevivido en alta mar, tras ayudarse de un ataúd de madera para no hundirse en la inmensidad del océano. Una vez recuperado, y tras reponer ligeramente sus fuerzas y alimentarse un poco, comienza el relato de su vida y de cómo llego a esta situación. Una aventura que comienza cuando se enrola en un barco ballenero, el Pequod, al mando del capitán Ahab. Lo hace acompañado de un arponero llamado Queequeg: un nativo de la pequeña isla de Rokovoko, que suscita alguna que otra duda por parte de los mandos del barco, y que solventa con rapidez ante sus ojos. Desde ese momento se pondrán cada uno al frente de las barcas que han de encontrar y arponear al gran cachalote blanco, la temida Moby Dick, cuya leyenda quiere dar por finalizada con su muerte, a manos del capitán Ahab. Antes de su destino fatal, la tripulación deberá enfrentarse a otros menesteres como la perdida de aceite dentro del barco, o las dudas por la supervivencia de estos marineros de Nantucket. El odio y la locura que transmiten los ojos y los gestos de Ahab, son una constante diaria a bordo del barco, poniendo en jaque a parte de la tripulación, que no desea acabar sus días en la profundidad del mar. 

La irrupción final de Moby Dick, tras días de búsqueda y algún que otro ensayo con los arpones en otros cetáceos, desatará el miedo y el rechazo de los marineros. Es entonces cuando Ahab toma el timón de la misión en el que nuestros amigos Queequeg e Ismael tendrán un protagonismo importante en el devenir de los acontecimientos. Sus vidas quedarán unidas por el destino y la fatalidad, algo que nunca podrán olvidar. 

 

Si hay algo por lo que destacaría de este Moby Dick, es por la perfecta combinación de guión y dibujo al servicio de una historia. Una historia que te engancha de principio a fin, desde la primera página hasta la última. Se nota que tanto Olivier Jouvray como Pierre Alary, se han encontrado cómodos con la adaptación, pues el resultado es claramente brillante, lleno de emoción en todo momento. Un guión medido al milímetro, al servicio de un estupendo dibujante como Alary. Sus dibujos tienen esa magia reservada para los grandes genios de la historieta que transitan por la BD francesa. 

Vaya desde aquí mi recomendación más efusiva para Moby Dick. Un trabajo de altura, que nada tiene que envidiar a otras interpretaciones dentro del mundo del arte, la literatura o el cine; cada una en sus ámbito, y sus posibilidades de expresión artísticas. 

“Moby Dick” 

Guión: Olivier Jouvray 

Dibujos: Pierre Alary

Color: Olivier Jouvray, Didier Gonord 

Editorial: Dibbuks 

Formato: cartoné, 124 páginas, 19,5 x 27,5 cm 

Edición original: Moby Dick, Éditions Soleil
Traductor: Diego Álvarez

PVP: 18 € 

Valoración: ****